lunes, 18 de mayo de 2009

Pumpum, pumpum, pumpum, pum.... plof.

Nerviosnerviosnerviosnerviosnerviosycuandocreesquenopuedesestarmásnerviosa,temblores.
Llevas demasiado tiempo quieta en ese vagón, el portátil sobre tus piernas no deja de temblar. Las manos, frías como el café que te han servido hace horas, tampoco dejan de temblar. Te tocas la cara. Arde. Y te preguntas cómo es posible que la tengas tan caliente a la vez que sientes los pies tan dormidos. "La sangre que no llega a algunos sitios, tiene que ir a otros", piensas. Otra estupidez, como de costumbre. Te concentras otra vez en el portátil. Pero es imposible, tiembla demasiado, y recordar lo nerviosa que estás no hace otra cosa que dejarte peor aún.
Y entones te mira. Fugazmente, como si sólo quisiera asegurarse de que sigues ahí, temblando hecha un matojo de nervios mal atados. Y tu corazón se para. Puede que se parara tanto rato como estuvo mirándote. Quizá ni siquiera llegara a pararse del todo, quizá el rearranque fue más rápido de lo que esperabas y externamente se pareció más a una taquicardia que a una parada cardíaca. Pero tú sentiste que se paraba el mundo, TU mundo.
Intentas calmarte. Cierras los ojos y respiras. Los abres, miras el reloj. 23:31. Los cierras, cuentas latidos. Uno. Dos. Tres, cuatro, cinco. Seis. Siete. Ochonuevediezoncedoce, trececatorce, quince. Dieciséis. Y así hasta 428. "Tienen que haber pasado al menos 5 minutos, seguro que cree que me he dormido y por eso no viene, no quiere despertarme..." Abres los ojos, miras el reloj. Tres minutos. "Mierda, estaba más nerviosa de lo que pensaba..." Y, en cuanto levantas la mirada, tropiezas con la que sigue siendo la cara más bonita del mundo. Notas la sangre amontonarse en tus mejillas, a la vez que agachas otra vez la mirada, mientras oyes cómo se ríe. Pero no es una risa maliciosa. Él nunca podrá hacer nada con maldad. Se ríe porque siempre le ha hecho gracia que no puedas aguantarle la mirada. Se ríe porque le resulta imposible enfadarse contigo, aunque seas la persona más repudiable del universo. Le da igual, porque te quiere. Y lo único que quiere es seguir queriéndote.
Y te sientes tan mal... Tan vacía... Como si te hubieran robado la capacidad de sentir. Porque tus sentimientos, al lado de los de él, se quedan ridículos. Pero te sientes tan bien a su lado...
Y viene, se acerca, y te acaricia la mejilla. Y tu corazón hace pumpum, pumpum, pumpum, pum... Y acerca sus labios a tu boca, y tu corazón hace pumpum, pumpum, pumpum, pum... Y antes de besarte, te acaricia la mejilla con la nariz, para hacértelo desear más aún, si es que es eso posible. Y tu corazón hace pumpum, pumpum, pumpum, pum... y plof. Se para a la vez que disfrutas de la humedad de sus besos. Y sólo vuelve a latir cuando le vuelves a oír otro "tequiero" susurrado al oído.