martes, 18 de agosto de 2009

Paula y Jorge


Paula y Jorge se conocieron una tarde de agosto en la que había más nubes que estrellas en el cielo. Paula estaba tumbada en el suelo, buscando formas a las nubes, y llamó al chico aquel que llevaba tanto rato leyendo en el banco más cercano. Le preguntó qué veía él en aquella nube que estaba al lado del unicornio, y él, mientras se tumbaba a su lado, le contestó que era imposible ver otra cosa que una amalgama de agua y polvo. Le contó que él prefería buscar formas a las estrellas, que siempre mantenían la misma postura y no dependían de la gente como él que, todos los días al levantarse, soplaban y soplaban y seguían soplando hasta que se deshacían de cada molécula en estado gaseoso que hubiera presente en su cuerpo, intentando apagar el sol que tanto odiaban con el efecto mariposa. Y así fue como Paula decidió que quería conocer a aquel chico al que le gustaba tanto la noche que quería apagar el sol. 


Sí, Paula y Jorge son amigos. Son de esa clase de amigos que creen que el otro nunca jamás pensaría en él de una manera sexual. Todo el que les conoce rumorea que no es cierto, que su relación encubre una infidelidad de él, que vive cómodamente en un piso del centro con su novia Tamara. Pero Tamara confía en Jorge. Tamara confía en Jorge incluso más que en ella misma, por eso nunca protesta cuando él va a ver a Paula y se queda a dormir allí. 


Paula y Jorge nunca han sido novios. Son de esa clase de amigos que se quieren como dos mejores amigos, pero que sienten que el intento de algo más sería un enorme fracaso, y prefieren conservar la amistad al sabor amargo de la ruptura. 


Siempre es Jorge quien va a ver a Paula, y no al revés. Tamara entiende su relación, la admite y la permite, la soporta, pero es más feliz sin la tentación de espiarles, sin la tentación de ceder a la desconfianza. Siempre que Jorge va a ver a Paula, alquila una película, que siempre supera a la anterior, y les da un tema de discusión para el par de días que pasan juntos. Jorge se pasa días escogiendo la película que llevará esa vez. Días o incluso semanas, porque no quiere defraudar a Paula, porque sabe que es exigente, porque la conoce casi tanto como la quiere. Y a Paula nunca le decepcionan las películas de Jorge. 


Pero Paula no consigue recordar el título de la película de este fin de semana. Lleva demasiados días haciendo girar lo que hay dentro de su cabeza y no es capaz de concentrarse. Es consciente de que su cuerpo está en el sofá de siempre, con la postura de siempre, con la cabeza sobre el apoyabrazos derecho del sofá sobre el que siempre la apoya, y con los gemelos sobre las piernas de Jorge; con la ropa de siempre, su camiseta gris con letras gris oscuro desteñidas, antes negras, que la llaman "love lover", y sus bragas grises, del mismo gris que su camiseta gris, y con la sonrisa tonta para Jorge de siempre. Paula es consciente de que físicamente está allí, en el sofá de siempre, viendo una película buena, como siempre. Físicamente está allí, pero mentalmente está muy lejos, tan lejos como el futuro que intenta imaginarse. 


Paula piensa en Jorge. Piensa en cuándo llegará el día en el que ella encuentre su Tamara, su media naranja, su pareja comprensiva que no intente privarla de ver a Jorge y de estar con él, de acariciarle y abrazarle cuando a ella le apetezca, igual que con cualquier otra amiga. Y entonces Jorge la mira. Mira a Paula y ve una Paula de aire ausente, totalmente entregada a sus pensamientos, y, sin pensárselo dos veces, coge el mando de la televisión y despide la película por primera vez en tantos años que llevaban de amistad. 


Paula tarda un rato, demasiado rato, en darse cuenta de lo que ha hecho Jorge. Y ahora le mira intentando entender por qué él ha bajado de la línea invisible que rodea a Paula a la altura del ombligo, por qué se ha entretenido acariciándola la línea no tan invisible que separa la piel morena, tostada por el sol, de la piel pálida y cubierta de vello que Paula nunca ha dejado ver ni tocar a Jorge, por qué la ha acariciado con esa sonrisa que nunca ha visto en la cara de Jorge, pero sí en otras muchas caras de otros muchos hombres que siempre, sin excepción, han acabado desnudos sobre la cama de Paula, sólo vestidos con sudor y líquidos. 


Y justo cuando Paula entiende que acabará pasando lo inevitable, lo que han estado retrasando demasiado, Jorge enlaza sus manos sobre su regazo en un patético intento de autocontrol, como intentando hacer ver que se ha dado cuenta de que no está bien lo que hace y que lo siente. Y es cuando Paula sonríe y empieza a desearle, y alza su mano izquierda que llama a gritos mudos a la de Jorge, mientras aprieta la derecha contra la funda del sofá, queriendo expulsar así lo que Paula no es capaz de controlar de otra manera. 


Paula posa la mano de Jorge sobre su rodilla, y le dice con una mirada mucho más sumisa de las que Jorge se ha acostumbrado a interpretar que tiene permiso. Que tiene más permiso que ningún otro hombre de los que han tenido permiso antes. Su mano asciende por el muslo de Paula buscando la cima que coronará hoy, buscando ese monte con corazón propio, con un corazón propio que late con furia, fuerza y ganas, que late de pura excitación. Serpentea por la cara interior del muslo como intentando enredarse con el corto vello que Paula no se ha molestado en volver a rasurar, y Jorge sabe que Paula no se ha puesto guapa para él, que no se ha preparado, que no interpreta ningún guión previamente estudiado. Que esta Paula es más Paula que nunca, que es toda ella de él, con todos sus defectos y virtudes. 


Paula sabe que eso no está bien. Piensa en Tamara, y en su futuro Tamara, ese que ya no confiará en la amistad entre Paula y Jorge, porque una noche detuvieron la película buena que tanto tardó Jorge en escoger, y tuvieron un sexo del bueno que poco tardó Jorgue en aprender a soñar. Y justo cuando el no está a punto de salir de los siempre preciosos y ahora tan rojos labios de Paula, Jorge encuentra el claro del bosque, encuentra la cueva que esconde el tesoro de Paula, ese tesoro que tanto se habían esforzado en esconder. Y la boca de Paula muta el no en un gemido traducible a un , y Jorge se siente más que nunca como un volcán a punto de entrar en erupción. 


Jorge explora el mundo interno de Paula, esa parte de Paula con la que nunca había soñado toparse, mientras ella le arranca a gemidos toda la ropa que aún lleva él. Y entonces Paula se encuentra mirándose a sí misma desde el techo del salón, y se ve en una postura en la que no ha estado nunca con Jorge, con su cabeza apoyada sobre el pelo de Jorge como nunca lo ha estado, con sus piernas rodeando la cintura de Jorge como nunca la han rodeado, con su corazón latiendo al ritmo acelerado que le marca Jorge, un ritmo que Jorge nunca le había marcado. 


Paula se oye gemir de placer y gritar de puras ganas, y llora por dentro odiándose por no haber podido mantenerse alejada de un pecado parecido al de Eva, por no haber podido mantenerse alejada de la tentación que tanto tiempo ha estado a su lado, por haber cedido al deseo. Jorge interpreta los gritos como insistentes y no como desesperados. Jorge, el Jorge que tan bien conoce a Paula, el Jorge que ahora confunde señales, quiere acercarse aún más a Paula. Quiere sentirse más dentro, quiere ser más uno y menos dos, quiere dejar de ser un nosotros para ser un alma única, para ser un alma única de otra manera inalcanzable. Pero la alcanza, claro que la alcanza. Alcanza el zénit del placer a la vez que oye el gemido de Paula. No un gemido, sino el gemido. Ese gemido que es más agudo que los demás, más rasgado, más ardiente en la garganta, más ronco, más vivo, más duro que ningún otro. Ese gemido que encubre que con Jorge ha conocido más placer que con ningún otro, porque Jorge no sólo ha tratado su cuerpo con más cariño incluso del que le ofrece ella, sino que también ha tocado su alma. La ha acariciado, ha sentido el ardor de dos almas fundiéndose en una, en una sola alma que le recorría las entrañas, y que hacía que este fin de semana fuera el fin de semana, ese que no es (ni sería jamás) igual a otro, el irrepetible, el primer fin de semana que Jorge y Paula escribieron amor con leches saladas y dulces y amargas sobre las sábanas de Paula. 


lunes, 10 de agosto de 2009

Otro amor de verano [Lucía Etxebarría]

Te la encontraste hace diez semanas en la misma playa de aquel verano. Ella llevaba un bikini rojo. Te acercaste a saludarla. Te sorprendió aquella mirada de odio que delataba a gritos su pasión, su indignación de esposa ultrajada. Pasó de largo, los dientes apretados, las pupilas dilatadas y fijas.

Tú tenías 16 años; ella, 10. Ella, pensabas tú, era la depositaria de un afecto inocente y puro que tú entregabas con la fe que es natural a todo gran amor. El sexo era otra cosa. Eran revistas con mujeres de un rubio imposible, no su dorado cálido y trigal, sino de un tono metálico y agresivo; mujeres que exhibían unos globos hinchados y turgentes allí donde ella sólo tenía unos pezones pequeños sobre un torso perfectamente plano; mujeres con unas nalgas casi esféricas que nada tenían que ver con los hoyos perfectos de su cadera de virgen; mujeres de revistas tan manoseadas y pegajosas como los órganos de quienes las hojeaban, mujeres imposibles que pasaban de mano en mano entre los chicos de tu clase.
¿Cómo pudiste ser tan ignorante, tan insensible, tan ciego, tan increíblemente despreocupado? Pero sin esa ignorancia, sin esa despreocupación, ¿cómo habrías podido avanzar o, incluso, sobrevivir? Tuviste que concentrarte en seguir hacia delante. Como un funámbulo que avanza sobre la cuerda floja, no podías permitirte mirar hacia abajo ni a los lados por miedo a resbalar.

Quizá lo que os unió fue que lo vuestro fuera imposible. Tú siempre deseaste, y aún deseas, lo inalcanzable, ¿no es cierto? Quizá precisamente porque no podía ser, fue. Fue porque de aquella manera sentías más intensidad en el deseo, en el amor, en la seguridad misma de que la rutina y la costumbre nunca asesinarían aquel amor de verano. Desearla, amarla, fue un suicidio emocional, una adicción de vértigo a una rara y bella droga humana a la que tú te fuiste enganchando en pequeñas dosis y en viajes de diferente placer, pero de la que huiste porque sabías que podía ser letal.
Ojalá pudieras rebobinar la cinta y pulsar el play de nuevo. Rehacer la jugada. No recuerdas gran cosa de ti entonces, de cómo eran tus dudas, tus deseos, tus miedos, antes de meterlos en esa caja fuerte cuya combinación aún sigue en el olvido. Representa un gran esfuerzo recordar los detalles de ese dolor, sólo te queda el eco del sufrimiento, las huellas que ha dejado en ti.

Durante años desechaste su imagen con todas tus fuerzas, pero volvía. Te repugnaba como una villanía, como la peor de las bajezas, aquella predilección con la que tus sentidos se recreaban en el recuerdo de la tibieza de su piel apenas les daba rienda suelta. Te acometían un remordimiento punzante, un asco de ti mismo, un tormento tan incomparable de tener que despreciarte que no tuviste otra solución que el olvido. Te entregaste al olvido con una pasión poderosa, de las que avasallan, y lo acogiste con más placer que a una amante. Quizá, si no te hubiera llegado esa carta, nunca habrías admitido lo que sucedió.

Tú creías que tus caricias la tranquilizaban, que la relajaban, que conseguían que durmiera sin pesadillas, sin fantasmas de fiebre ni insomnio. Pero la carta revienta de angustia y de cólera, de indignación y amargura. Folios y folios de escritura enrevesada y de palabras cargadas de veneno, tal es el reconcomio que contienen, el ácido corrosivo que desbordan entre líneas. Una carta que te fuerza a admitir que entre ella y tú existía una palabra prohibida, proscrita, impronunciable, como todo lo que tuviera la menor relación con ella. Esa palabra que os ha separado tantos años. Sexo.



[Texto de Lucía Etxebarría, para la columna "Simpatía por el débil", de Magazine]

martes, 2 de junio de 2009

Fin.

- ¿Y si las cosas hubieran sido de otra manera?
¿Y si no hubieras cambiado de instituto? ¿Si no hubieras aprendido a odiar aquí?
¿Y si te hubieras ido fuera a estudiar? ¿Si no me hubieras conocido? Si no te hubiera conocido...
Entonces, ¿qué? ¿Qué sería de tu vida? ¿Qué habría sido de la mía?
¿Crees acaso que habría conseguido fuerzas para seguir?

- Claro que sí. Tú tienes fuerza de sobra. Vas al gimnasio...

- Marta, que te estoy hablando en serio. ¿Qué habría sido de mí sin ti? ¿Sin que tú estuvieras siempre ahí?

- Dani, la fuerza no te la he dado yo. Las ganas de vivir salen de dentro de uno mismo. Yo sólo te ayudé a encontrar dónde las habías escondido cuando a ti ya no te apetecía buscar más.

- No, tú no lo entiendes...

- No, Dani, no. Eres tú quien ha perdido el norte. Vivir nunca ha sido lo mismo que sobrevivir. Sobrevivir es pasar por la vida como intentas pasar tú, sin pena ni gloria, esquivando todo lo que te parezca una razón para hacerla mejor, para hacer que todo esto merezca la pena... VIVIR es guardar una experiencia detrás de otra, pasar por las vidas de los demás, ir por ahí dejando huellas. Si los hombres no estuviéramos hechos para ser sociables, nunca habríamos aprendido a hablar. Y tú no haces más que esconderte en esa burbuja en la que no dejas meterse a nadie más. No soy yo la que se aleja de ti. Eres tú el que nunca me ha dejado acercarme.

- ¡Eso es m...!

- Cállate. Llevo demasiado tiempo escuchándote despreciar lo que otros desean más que nada en este mundo. ¿Crees que tienes mala suerte? ¿Que eres desgraciado? ¡Mira a tu alrededor! Hay gente que muere de hambre, de sida, de cáncer, hepatitis, esclerosis múltiple, malaria, meningitis... y muchísimas enfermedades más de las que tú ni siquiera sabes el nombre. ¿Cómo es posible que no te remuerda la conciencia ni una gota por no disfrutar del mayor privilegio del mundo?

- Ya, pero a mí...

- Ya ya ya, sí sí. Claro. Que esos no son tus problemas. Que son los problemas de otros, que son TUS problemas los que te afectan a ti... ¿Cuántas veces habré oído eso? Probablemente las mismas que te he dicho que dejes de mirarte el puto ombligo y de quejarte por algo por lo que no merece la pena ni un dolor de cabeza. ¿Que no tienes razones para vivir? Padres, abuelos, amigos, y mil personas que te conocen y sufrirían si no estuvieras aquí. Joder, ¡yo! Si no te vale nada de eso, busca algo que te guste. Que de verdad te entretenga, que te haga feliz. Pero no te quedes ahí, mirando la vida pasar, sin hacer nada.

- ...

- Ya. Que no tienes nada que decir. Pues me voy, que no me gusta malgastar el tiempo con alguien que piensa que lo está perdiendo conmigo.





Can't you see that I'm sick of this?

Staind - Please

lunes, 1 de junio de 2009

Me miras.

Te sonrío.

Cruzas de acera.
Y yo te sigo.

No dejas de andar en círculos.
Y yo no dejo de reír a tus espaldas.
Y me siento, en un banco cualquiera, lleno de pintadas, a esperar a que vuelvas a pasar por ahí. A esperar a que dejes de huir de ti mismo, a que te atrevas a venir de frente y dejes de dar rodeos.

Hace frío. Empieza a nevar. Octava vuelta a la manzana. Te paras delante.
Te sonrío.
Te acercas.
Mi sonrisa se ensancha.
Tu boca a un centímetro de mi oreja.
Te oigo respirar.
Y me das un beso en el cuello, rozándome el lóbulo con la comisura de tu boca, y mi cuerpo se parte en mil pedazos como un castillo de arena al llegar un vendaval.
Y te doy la mano, y mi cuerpo tiembla recordando mil caricias, besos, mordiscos, orgasmos.
Tú te ríes entre dientes, me conoces, sabes qué hay en mi cabeza.
Yo empiezo a correr por la arena, con la prisa de quien sabe a dónde va, con las ganas de quien sabe qué le espera.
Tú me gritas un "espérame" que suena a "tequiero" desesperado, y corres, corres incluso con más ganas que yo.
Y llegamos al agua, helada. Pero el agua con compañía siempre está mucho menos fría.
Y flotamos. Flotamos en mares de lujuria y oleadas de placer.



Someday love will find me in the rough,
someday love will finally be enough...

Anna Nalick - In the rough




¿Se puede hablar de sexo sin saber qué es el amor?

lunes, 18 de mayo de 2009

Pumpum, pumpum, pumpum, pum.... plof.

Nerviosnerviosnerviosnerviosnerviosycuandocreesquenopuedesestarmásnerviosa,temblores.
Llevas demasiado tiempo quieta en ese vagón, el portátil sobre tus piernas no deja de temblar. Las manos, frías como el café que te han servido hace horas, tampoco dejan de temblar. Te tocas la cara. Arde. Y te preguntas cómo es posible que la tengas tan caliente a la vez que sientes los pies tan dormidos. "La sangre que no llega a algunos sitios, tiene que ir a otros", piensas. Otra estupidez, como de costumbre. Te concentras otra vez en el portátil. Pero es imposible, tiembla demasiado, y recordar lo nerviosa que estás no hace otra cosa que dejarte peor aún.
Y entones te mira. Fugazmente, como si sólo quisiera asegurarse de que sigues ahí, temblando hecha un matojo de nervios mal atados. Y tu corazón se para. Puede que se parara tanto rato como estuvo mirándote. Quizá ni siquiera llegara a pararse del todo, quizá el rearranque fue más rápido de lo que esperabas y externamente se pareció más a una taquicardia que a una parada cardíaca. Pero tú sentiste que se paraba el mundo, TU mundo.
Intentas calmarte. Cierras los ojos y respiras. Los abres, miras el reloj. 23:31. Los cierras, cuentas latidos. Uno. Dos. Tres, cuatro, cinco. Seis. Siete. Ochonuevediezoncedoce, trececatorce, quince. Dieciséis. Y así hasta 428. "Tienen que haber pasado al menos 5 minutos, seguro que cree que me he dormido y por eso no viene, no quiere despertarme..." Abres los ojos, miras el reloj. Tres minutos. "Mierda, estaba más nerviosa de lo que pensaba..." Y, en cuanto levantas la mirada, tropiezas con la que sigue siendo la cara más bonita del mundo. Notas la sangre amontonarse en tus mejillas, a la vez que agachas otra vez la mirada, mientras oyes cómo se ríe. Pero no es una risa maliciosa. Él nunca podrá hacer nada con maldad. Se ríe porque siempre le ha hecho gracia que no puedas aguantarle la mirada. Se ríe porque le resulta imposible enfadarse contigo, aunque seas la persona más repudiable del universo. Le da igual, porque te quiere. Y lo único que quiere es seguir queriéndote.
Y te sientes tan mal... Tan vacía... Como si te hubieran robado la capacidad de sentir. Porque tus sentimientos, al lado de los de él, se quedan ridículos. Pero te sientes tan bien a su lado...
Y viene, se acerca, y te acaricia la mejilla. Y tu corazón hace pumpum, pumpum, pumpum, pum... Y acerca sus labios a tu boca, y tu corazón hace pumpum, pumpum, pumpum, pum... Y antes de besarte, te acaricia la mejilla con la nariz, para hacértelo desear más aún, si es que es eso posible. Y tu corazón hace pumpum, pumpum, pumpum, pum... y plof. Se para a la vez que disfrutas de la humedad de sus besos. Y sólo vuelve a latir cuando le vuelves a oír otro "tequiero" susurrado al oído.

jueves, 23 de abril de 2009

Nat

(El timbre no para de sonar)
(Él abre la puerta, y ve a Nat con la cara convertida en una mueca extraña y dolorosa)
- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué tanta prisa? ¿Estás bien?
- TE QUIERO
- Y yo, Nat, pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué estás así?
(Nat sonríe)
- Los tequiero me abrasan la garganta. Se me enredan en los pulmones y luchan por salir. Llega un momento en el que me cuesta horrores mantenerlos dentro. Siento haberte asustado.
(Y sonríe aún más, con esa cara de niña buena que a él le derretía el mal humor)
- ¿Seguro que no te pasa nada más? Por tu cara parecía que tu mundo se había derrumbado y te había pillado...
(Nat le tapa la boca besándole como si le fuera la vida en ello)
- ... debajo...
- Seguro. ¡Ahora estoy perfectamente!
(Y sonríe más si cabe, sonríe tanto que acaba riendo a carcajadas, en uno de esos ataques de risa tan absurdos que son incluso graciosos, e impiden que uno pueda dejar de reír... )
(Él acaba riendo también; hacía demasiado que no reía con tantas ganas)

Al final, él la abraza y le hace pasar mientras la besa, mientras le besa la frente, la boca, mejilla frente y cuello; y, con cada beso, un tequiero susurrado al oído.

sábado, 11 de abril de 2009

Odio al mundo.

Pues sí. Hay días (últimamente demasiados) en los que odio al mundo. 

Y la gente dice: 
- Tampoco será para tanto... 
¿Cuántas veces tendré que decirles que no hablen sin conocimiento de causa? Y, aunque la conocieran, ¿quiénes se creen que son para saber qué neurona hace mal contacto en mi cabeza? 

Otros sólo comentan: 
- No te preocupes, ya has estado más veces así. Al final siempre acaban saliéndote las cosas bien. 
Claro, como el que tienta la ruleta rusa y cree que sólo porque hasta ahora no haya muerto, tiene la suerte en su espalda y se va a librar siempre. ¿Quién les dice que no es precisamente el hecho de que me lo tome todo a la tremenda lo que al final ayuda a que saque todo adelante? 

Me canso. Me canso de escuchar, ¡es que no quiero oír! ¿Por qué todo el mundo se empeña en ayudar? ¡No quiero ayuda! Quiero seguir así tanto como me jode estarlo. ¿Tan difícil de entender resulta que alguien quiera un poco de paz?  

"No se puede salvar a quien no quiere ser salvado"


You deserve it... 

lunes, 6 de abril de 2009

La culpa es del hombre del tiempo...

Natalia era una chica normal, que vivía en una casa normal, de un barrio normal, en una ciudad normal. Tenía un trabajo normal, y vestía de una manera que no la hacía destacar. 
Una vez tuvo un novio normal. O relativamente normal. O total y absolutamente anormal. 
Estuvieron juntos 9 meses y un día. El último día, Natalia quiso saber por qué nunca le había dicho que la quería. Él le contestó que no le gustaba que siempre se esperaba del chico que lo dijera primero. Ella le dijo "te quiero" despacio, muy despacio; saboreando cada letra que latía su corazón. Y entonces Él dejó de ser Él para ser El cabrón. El muy cabrón le dijo que lo sentía, pero que le tenía demasiado cariño a su libertad, y que le resultaba imposible mantener una relación después de un Tequiero. La dejó. El cabrón se levantó de la mesa y se largó del italiano al que había llevado a cenar a Natalia. La dejó allí, sola. Con la comida fría y sin pagar. Con el corazón roto y sin solución. Con un miedo enorme que no dejaría nunca de hacerle compañía. 
Ella se levantó y pagó la pasta que tanto le gustaba y que nunca volvería a probar. Salió a la calle, dispuesta a andar hasta quedarse sin fuerzas, dispuesta a perderse igual que había perdido lo que más le importaba. Dispuesta a no parar hasta que acabara aquella tormenta que se mezclaba con sus lágrimas limpiándole la cara. Y todo por dos palabras... 

Tiempo después, Natalia tuvo otro novio. Y este sí era normal. Este la trataba bien, nunca la dejó sola cenando y nunca le dijo que echaba de menos la libertad. Pero un día, al salir del restaurante (chino, ahora), llovía como si no hubiera llovido desde la noche en la que se olvidó de El cabrón. Y allí estaban los dos, Natalia y El normal, corriendo bajo la lluvia hasta el portal de casa de ella. 
Cuando llegaron, empapados, Nat se sacudió el pelo. Y cualquiera que hubiera podido oír sus pensamientos habría sonreído sólo por la pura ironía de la situación. [Entre paréntesis los pensamientos, fuera las palabras que no se llevó la lluvia]
El normal: "(Qué guapa es)"
Natalia: "(Esta mierda de lluvia-arrastra-recuerdos me está dejando el pelo hecho un asco... )"
Y Natalia se sacude la cabeza como un perro, intentando desesperadamente hacer de su pelo una parte domable de su cuerpo... 
Él: "(Jaja, hasta cuando hace el tonto está preciosa)"
Nat: "(Puaj, esto no tiene remedio. Tendrá que quedarse así)"
Y Natalia levanta la mirada, buscando la de El normal. 
Él: "(Es preciosa. Sí. Es preciosa y me hace olvidar el resto del mundo. La quiero) Te quiero"
Y los ojos de Nat se quedaron fijos donde estaban, pero ahora sin ver nada. Oyó su propio Tequiero de hacía tanto tiempo, (aquel Tequiero que cambió la vida de ella), como un eco del Tequiero de El normal. Y se vio a sí misma echando a correr otra vez, otra vez debajo de aquel diluvio; se vio a sí misma huyendo del amor, huyendo de la felicidad. Y comprendió que nunca soportaría un Tequiero más bajo la lluvia. 
Sólo le dijo que lo sentía, que había sido casi completamente feliz cuando había estado con él, pero que no la llamara. Que no intentara buscarla, que hiciera como si no existiera más. Y que no podía darle explicaciones porque ni siquiera ella lo entendía. Dio media vuelta y subió a su casa, dejando a El normal en el portal, empapado, desconcertado y desesperado. Y ausente. Intentando buscar en su cabeza el momento en el que todo lo que iba bien había dejado de ir en esa dirección para ir en la contraria. 
Natalia llenó la bañera hasta que rebosó de agua. Se metió dentro, vestida, y hundiéndose en sus pensamientos al mismo ritmo que en el agua. Metió hasta la cabeza, pensando que quizá fuera mejor dejar que el agua matara su cuerpo igual que mataba su corazón. Pero Nat siempre había sido normal, y un suicidio no sería una muerte normal para una persona que quería seguir siendo normal. Normal normal normal normal normal. ¿Por qué la gente se empeñaba en ser normal, cuando lo interesante del mundo era la gente diferente? 
Abrió los ojos y la boca justo cuando su cara notaba el aire otra vez, justo a tiempo para respirar. Cerró el grifo que había dejado conscientemente abierto, y salió de la bañera. Se desnudó y empezó a secarse y a secarlo todo. 
Tiró aquella ropa y todas las toallas empapadas. Cambió de piso, de ciudad y de móvil. Dejó de ser Natalia-normal para ser Natalia-no-soporta-Tequieros-bajolalluvia. 

Tiempo después, Natalia tuvo otro novio. Y este ya no era normal. Tenía fobia al agua, como aquel personaje de su libro favorito, Los renglones torcidos de dios. Y se enamoró de él en cuanto se abrió lo suficiente para que le conociera. El hidrofóbico nunca nunca nunca salía de casa cuando había previsión de lluvia. De hecho, El hidrofóbico nunca se alejaba de casa tanto como para que, en caso de que pareciera que iba a llover, no le diera tiempo a volver antes de que empezara a hacerlo. 
A Natalia le gustaba todo esto. La mantenía tranquila y despreocupada. Pero, a veces, se ahogaba en tan poco espacio. Necesitaba ver un poquito de mundo más allá de su manzana. Y aquel sábado hacía tanto sol que derretía las pupilas. Nat y El hidrofóbico decidieron ir a comer a un parque que estaba a la escalofriante distancia de... ¡¡dos manzanas!! 
Se lo estaban pasando bien. Comiendo y disfrutando del calor que tanto les gustaba a los dos. Y, de repente y sin avisar, empezó a llover con más ganas y odio que nunca. Ni siquiera les dio tiempo a recoger la comida que les quedaba. Ni siquiera les dio tiempo a llegar al bar más cercano. Las calles ya estaban empapadas, no había más que charcos por todas partes. El hidrofóbico cayó al suelo convulsionando y sin poder llenar de aire sus pulmones. Y Nat se quedó allí, paralizada, oyendo cómo el pánico que le impedía respirar intentaba ser escupido en forma de un Tequierobajolalluvia. 

Fue la primera vez que Nat vio morir a alguien. 
Pero si es que el día había amanecido tan soleado como cualquier otro... 
¡La culpa es del hombre del tiempo! Son gafes. Y cuando dicen que va a hacer sol, acaba lloviendo. 


jueves, 2 de abril de 2009

Teoría del caos.

( Diagrama de la trayectoria del sistema de Lorenz para los valores r = 28, σ = 10, b = 8/3 )


Un sistema estable tiende a lo largo del tiempo a un punto, u órbita, según su dimensión (atractor). Un sistema inestable se escapa de los atractores. Y un sistema caótico manifiesta los dos comportamientos. Por un lado, existe un atractor por el que el sistema se ve atraído, pero a la vez, hay "fuerzas" que lo alejan de éste. De esa manera, el sistema permanece confinado en una zona de su espacio de estados, pero sin tender a un atractor fijo.

(Wikipedia)





Así me siento yo. Como un sistema caótico.

viernes, 6 de marzo de 2009

Que no.

No me lleves la contraria. No me digas que me importa si te digo que no. No me digas que me quieres más que yo a ti. No niegues lo evidente, no me cuentes mentiras, ni mentiras a medias, ni medias verdades ni verdades completas, no. ¡No me digas lo que quiero oír!
Que disfrute de la vida, dices. Duele. Disfrutar, duele. Vivir, duele. Duele hasta respirar, joder.
Es que no quiero conformarme con vivir, no me sirve pasar por la vida como un pez que va con la corriente. ¿Tan arrogante es querer salir del molde?
Me voy. Me marcho. A otro molde. A un molde de sábanas de seda y no de esparto. A un molde de caricias y no de bofetadas. Me quedan dos minutos de paciencia.



I push my fingers into my eyes, it's the only thing that slowly stops the ache...
I have screamed until my veins collapsed.

I've gotta say what I've gotta say, and then I swear I'll go away.

Slipknot - Duality

domingo, 1 de marzo de 2009

¿Conoces esa sensación?

Esa sensación de agobio, de necesitar alguien que ya no está contigo, de morirte de ganas por romper cristales a mazazos. Esa sensación de que ni todo el mundo del tiempo será suficiente para ti.

Y, de repente, un "¿qué tal?"
Y tú, sin saber por qué, tragas, respiras hondo, y contestas un "bien" convincente con una sonrisa de oreja a oreja, como si de verdad fueras feliz. Como si todo te importara una mierda.

sábado, 28 de febrero de 2009

Peligro, Pistolas, Puertas.


Rise Against - Behind closed doors

... we have no obligations to stay alive ...

Sirenas y más sirenas aumentando de volumen cada segundo que pasaba. Tú y yo corriendo de la mano, sabiendo que para lo único que nos serviría sería para alargar un poco (demasiado poco) la agonía de ser los únicos espectadores del fin del mundo (del fin de nuestro mundo).
Llegamos a la puerta antes que ellos. Y entramos, corriendo. Y mientras nosotros bloqueamos la séptima puerta, ellos acababan de abrir la primera. Yo estaba sentada en la cama, con la cabeza entre las manos, muerta de cansancio, miedo, desesperación, angustia nervios ira dolor y pena. Sobre todo pena, por no haber aprovechado el poco tiempo que había tenido. Tú te giraste, me miraste y viniste a acariciarme.
(Segunda puerta abierta)
Me agarraste la cara con las dos manos, y me besaste, me lamiste, me mordiste, con más ganas de las que me habías demostrado nunca. Me levanté de la cama, y conseguí empujarte y tumbarte.
(Tercera puerta abierta)
Te quité toda la ropa mientras besé cada poro de tu piel. Te miré con ganas, tú sonreíste y de un empujón te pusiste encima de mí.
(Cuarta puerta abierta)
Conseguiste desnudarme con un par de tirones y me miraste ansioso, sabiendo que sólo ahora podrías hacer lo que no te habrías atrevido a hacer antes. Y no sería yo quien te dijera que no. Era tuya, totalmente tuya. Al menos 3 puertas más...
(Quinta puerta abierta)
Me miraste a los ojos hasta que el fuego que salía por los tuyos se me hizo insoportable y te besé. Y me dijiste te quiero con una voz tan dulce que ni siquiera parecía tuya.
(Sexta puerta abierta, estaban llegando... )
No supimos el momento en el que dejamos de ser dos cuerpos para ser sólo uno, para unirnos igual que se habían unido nuestras almas. No supimos el momento exacto en el que empezamos con aquel vaivén desgarrador; sólo supimos que todo acabó con dos gemidos al unísono, medio segundo después de abrirse la séptima puerta, y trece milésimas de segundo antes de que una bala impactara en cada cabeza y otra en cada corazón.

"Moriré antes de que me maten. Mataré antes de morir. "


Bullet For My Valentine - Tears don't fall

lunes, 23 de febrero de 2009

El nudo.

Nudo

El nudo que a ti ayer te cortó la digestión, es el que me ahoga hoy a mí. Es el que deja sin circulación mi cabeza, el que hace que todo gire y dé vueltas cuando estoy a tu lado. El nudo que siempre pensé que harías tú, y que acabé haciendo yo. Porque no eres tú el que me ata, esta vez soy yo quien ha elegido. Esta vez...

... esta vez me he quedado sin palabras.



I wish I knew you before...

Amy Macdonald - Mr Rock & Roll

Vives.

Pero vives sin tener muy claro por qué, ni para quién. No entiendes qué sentido tiene una vida tan efímera como la de un gato atropellado. Que, igual que viene, se va. O incluso más rápido. Quieres una inmortalidad que no alcanzas, te planteas dejar de vivir sólo por existir, sin ninguna otra razón que escuchar un reloj que nunca deja de sonar. Un segundero implacable, que se va comiendo sin compasión tus relativamente pocos segundos de vida. Los felices y los tristes. Los que aprovechas, los que desperdicias llorando y lamentándote de que nunca serán suficientes. Ves que nadie piensa en la muerte tanto ni tan intensamente como tú. Ves la gente feliz, riendo sin ningún sentido, sólo por estar vivos. Y tú... tú ahí, en un puto rincón del mundo, rabiosa por saber que no lograrás despreocuparte como ellos. Y lo preparas todo para ser, hasta cierto punto, inmortal. Conoces gente, y les haces pensar. Haces que, pase lo que pase, te recuerden en ciertos momentos de la vida. Les cambias los esquemas y la forma de pensar. Escribes. No sabes qué ni para quién, pero escribes. Sólo dejas que tus dedos plasmen las palabras que se atropellan en tu cabeza. Intentas crear un "tú" inolvidable, porque crees que al final la única muerte posible es el olvido. Y el día que crees que al menos alguien te recordará siempre, lo preparas todo. Lo dejas todo listo para que nadie se preocupe más de lo necesario por tu desaparición. Pero no contabas con él. De camino a casa, de camino a la muerte, él se cruzó en tu camino. No le miraste, ni te miró él a ti. Pero vuestros antebrazos se rozaron, y vuestras almas dieron media vuelta con tanta fuerza que no pudisteis impedir girar vuestras cabezas para ver quién había sido el culpable de que ahora te costara más seguir caminando tan decidida hacia el fin.
Él. Nunca le llamaste por su nombre. Siempre fue Cariño, o Cielo. A veces fue Corazón. Otras veces fue sólo un gemido en mitad de la noche. Para los demás, era simplemente Él. Para tí lo era todo. Fue el extraño que se interesó por la chica de ojeras profundas y mirada triste, la chica despeinada de aire despistado. Él hizo que entendieras lo que hacía sonreír a la gente, lo que les hacía vivir y no temer a la muerte; lo único que puede hacernos inmortales. Él hizo que descubrieras el amor.

viernes, 20 de febrero de 2009

Suspiros

Sonaron siete silencios sexualmente sobrecargados,
sangraron sus sábanas sensuales sueños simulados,
sintieron sinuosas siluetas soplando sofocos suavizados,
soleados septiembres supieron secar sudores saturados;
sensaciones supersticiosas sobre sedentarios solteros sobresaltados,
suprimieron sabias señoras sus sentimientos sobradamente saciados,
silbaron sensatas sirenas sufrimientos susurrados,
suplieron sutiles sábados sistemáticamente sexualizados...






I just wanna take you to the good life: la dolce vita
Come and run away with me...
I just wanna see a smile back on your face, baby.
... if you just say a word and we'll get away from here, off to live the good life.

Sarah Connor - Dolce vita

domingo, 8 de febrero de 2009

Otra tarde más.


Music


Sábado por la tarde. Tengo cero ganas de salir de casa. Lo único que quiero es tumbarme en el sofá a ver una peli, o en la cama simplemente escuchando música... Tú puedes creer que es aburrido, pero a mí me relaja ver la vida pasar.
Pero no quiero verla pasar sola, quiero estar con alguien, alguien a quien pueda abrazar, alguien que me de un poquito de amor, un par de besos, alguna caricia...
Contradicciones de la vida, hoy toca salir del refugio: he quedado.
Estaba a punto de salir cuando me llega un mensaje al móvil: "Hoy no podemos quedar, ya te contaré". Pensé: "genial, me quedo en casa, justo lo que me apetecía... " Y una mierda. Ya no me apetecía quedarme sola.
Mientras doy vueltas por casa pensando qué hacer, suena el timbre. Últimamente los vecinos llaman cada día, así que ni siquiera hice el amago de querer abrir la puerta y esperé a que se fuera. Pero volvían a llamar, cada vez con más insistencia, y, cansada de oír el ruido que perturbaba mi tranquilidad y mi mente, fui a ver quién era. Abrí la puerta inmediatamente con una sorpresa inevitable, era ella...
- ¿Qué haces aquí?
- Vengo a verte, he pensado que te apetecería...
En cuanto cerré la puerta, se quitó la chaqueta, sorprendiéndome una segunda vez. "¿Dónde estaba su ropa?".
Me miró sin decirme nada, se acercó hasta mí, la agarré por la espalda, a la altura de la cintura, y en otro impulso rocé el cuello con mi mano hasta tocar su pelo; siempre le gustó que le dieran los besos así. Nos pasamos la tarde piel contra piel en el sillón, recibí más amor del que pedía, más besos de los necesitados y caricias infinitas, me dejó abrazarla y corresponderla como se merecía, dándole las gracias por aquella tarde.
Dije una última cosa, antes de dejarme llevar por el anochecer:
- Mañana te espera tu sorpresa. Quédate a dormir...

miércoles, 28 de enero de 2009

Esta idiota se va.


Ya no me pinto mi sonrisa nueva para recibirte, ya no me muero por besar tus labios ni quemar tu piel, ya no me rompo la esperanza a golpes contra tu inconsciencia, murió mi paciencia, y ahora estoy despierta y no me quedan ganas para verte más.
Ya no recuerdo que me hizo un día quedarme a tu lado, por más que quiera no recuerdo que pude encontrar en ti, he estado ciega demasiado tiempo y ahora estoy cansada de seguirte el juego.
Ya no despierto empapada en lágrimas cada mañana, me siento fuerte para dibujarme un nuevo amanecer, ya no estoy rota de dolor y rabia y al mirar tu cara ya no siento nada, ya no soy la tonta que te perdonaba una y otra vez.
Ya no me afecta tu dolor(...), no me conmueves, no me hieres, ya no me aplastará tu corazón, muerto y corrupto de tanto rencor, no dejas nada entre tu y yo, todo acabó.
No te puedo creer, ya ni quiero creerte (...) Esta idiota se va, voy a cambiar mi suerte, ya no temo tu voz; tú, tú me has hecho más fuerte.


Malú - No voy a cambiar

martes, 27 de enero de 2009

Mi vida sin mí

Sola, estás sola. Nunca has estado tan sola en tu vida. Las mentiras son tu única compañía. Ahora ves las cosas claras. Ves todas las vidas robadas, las voces enlatadas... Miras todas las cosas que no puedes comprar y que ahora ya ni quieres comprar. Todas esas cosas que permanecerán cuando te vayas, cuando estés muerta; y caes en la cuenta de que todo lo que hay en los escaparates, todas la modelos de los catálogos, todos los colores, todas las ofertas, todas las montañas de comida grasienta..., están ahí para mantenernos alejados de la muerte. Y no lo consiguen.
(...) En un supermercado nadie piensa en la muerte.


Now you feel like you wanna take all the drugs in the world, but all the drugs in the world aren't gonna change the feeling that your whole life's been a dream and it's only now that you're waking up.




Gino Paoli - Senza fine

miércoles, 21 de enero de 2009

[ M ] mmm..

(Fue el primer tautograma que hice, aún no lo había subido aquí)



Masajea mis maltrechos morenos muslos, miénteme mientras me miras, maldiciendo mis manías.
Muere mordisqueando mis manos mudas, mas moléstame manteniendo medio mimadas mis molidas melancolías.
Muéstrame mares...



I have wandered far and wide for something real, something to die for, but I have found you and you do not see all that is me...
Don't pretend you feel what I feel for you.

Vanessa Carlton - Wanted

lunes, 19 de enero de 2009

Love or lust


Largas lenguas lamiendo lóbulos lascivamente, liberando longevas libidos limitadamente levantadas. Lava latiendo lealmente, ligando locas lujurias. Leonesas lesbianas leyendo literalmente lentos lustrosos lametazos.

Lacónicos laberintos laboriosos legendarios, legislando lengüetazos lenticulares. Llueven líneas libadas limpiamente, liras lloran loables lentos, lujosos lunares lucen limítrofes.

Lamentables lustros lacrimalmente llenos. Luchemos.




Love or lust - Kate Ryan

domingo, 18 de enero de 2009

7 almas

Hay tantas cosas que quiero hacer...
(...)
Viajar. Coger una mochila, vivir experiencias... Ver mundo.
Quiero que me de tiempo a averiguar quién soy yo, qué es lo que me gusta. Hacer y probar cosas, salir ya de mis pensamientos.



It's a new dawn, it's a new day, it's a new life for me... And I'm feeling good.

Muse - Feeling good

domingo, 11 de enero de 2009

GRACIAS ;)

[Antes que nada, este texto no es mío. Así que, gracias ;) ]



Un día cualquiera, una clase aburrida. Faltaba poco para irnos y descansar por fin de un día duro.
Por fin llega la hora; salgo de clase con un amigo y me encuentro con Marta.
- ¡Dani! ¿Dónde vas?
- A casa, hacía mucho que no tenía un día tan malo...
- ¿Te acerco? Tengo el coche.
- No, no hace falta. Iré andando.
- Venga, ¡no me cuesta nada!
- Está bien. ¡Te debo un favor!

Subí al coche y, poco antes de llegar a mi casa, ella cambió de dirección.
- Pero... ¿dónde vas? Por aquí no se va a mi casa...
- ¿Quién ha dicho que vayas a casa? – contestó con esa sonrisa tan suya.
- Pero... entonces... ¿dónde vamos?
- ¿Sabes guardar un secreto?

Cuando me dijo esto, lo entendí todo.
Me llevó lejos, muy lejos. Yo nunca había estado allí, y no sabría cómo volver. Viajábamos por una carretera muerta, una recta infinita, sin nada alrededor. A cada centímetro que nos alejábamos del mundo real, ella aceleraba más y más, como si intentara jugar con el tiempo que íbamos a estar juntos.
¿La música? Era tal mi emoción que no recuerdo sonidos, sólo sé que no oía ni mis pensamientos...
Por fin, llegamos a una casa aislada. Estaba cerca de un bosque, y se oían los relajantes golpes de una cascada. Nadie a kilómetros pero, ¿qué más daba? No me preocupé por nadie y tampoco pensé que nadie se preocupara por mí. Todavía estaba intentando asentar la cabeza, pero ¿dónde estaba?
Ella no dijo nada. Sólo empezó a acariciarme la mano. Después la espalda. Yo estaba perplejo, sólo podía dejarme llevar... ¿Quién podía resistirse a esos besos? ¿Quién a esa mano que calentaba mi cuerpo y que lo ardía en llamas? Algo totalmente nuevo, algo tan excitante...
Me sacó del coche entre besos y más besos. Al principio eran dulces, pero poco a poco se convirtieron en mordiscos y lametones.
Cuando me di cuenta, estaba dentro de la casa. ¿Qué tenía ella que me nublaba la mente? Los ojos no se me abrían, mi cuerpo no me respondía, sólo pedía más y más...
Me llevó hasta su cuarto, su secreto. ¿Qué hacía yo allí?
No me dejó ni hablar, aunque tampoco podía... Poco a poco me fue quitando la ropa. Me empujó, caí en la cama y, por fin, mis ojos se abrieron. Pero no veía nada...
- Relájate, no te preocupes. Hoy sabrás lo que es el placer, sentirás lo que nunca has sentido.
Esas palabras quedaron grabadas en mi mente, con esa voz tan suya, tan suave y delicada. Pero en mis oídos sólo había fuego.
Sacó del armario una venda y me tapó con ella los ojos. Se acercó y me susurró con voz sensual:
- Que tu cuerpo vea lo que tus ojos no pueden.
Sentí cómo se erizaba mi piel, sentí la suya rozándome. Sentí en los dedos una sensación tan fuerte, incluso peligrosa... Me apartó las manos y sentí otra vez sus labios por mi cuello. Qué imagen tan viva recuerdo... Sentí cómo su corazón tocaba al mío, como su pulso se aceleraba. Sus gemidos se convirtieron en gritos. Y, ¿los míos?
Yo también gritaba, pero nadie me oía. Mi garganta no funcionaba, no sé cómo respiraba...
Ella cada vez gritaba más alto y más frecuentemente pero, ¿nadie podía escucharnos? Conectó tanto conmigo que me leyó la mente.
- Estamos solos, tú y yo. Y así seguiremos.

Llegó la noche y, con ella, el cansancio. Mi cuerpo no podía más, ¿cómo era posible que estuviera tan cansado?
Había perdido la venda y no me había dado ni cuenta. Ella cayó rendida en mi pecho, quería sentir mi corazón. Apoyó su cabeza al lado de la mía.
Era invierno y, sin embargo, parecía que estaba en pleno desierto. Sudor imparable, calor sofocante. Mi cuerpo no pudo más y caí en un profundo sueño, tan placentero como aquel día...


- Oye Dani, que te has quedao’ dormido, ¡despierta! Hace 10 minutos que acabó la clase, ¡vamos!
- Mierda, otra vez...

Según salí por la puerta me encontré contigo. Me dijiste:
- ¿Te acerco? Tengo el coche.
Y yo pensé: “¿será posible?”


viernes, 9 de enero de 2009

Por mucho que te gusten las posturas raras, la de yo aquí y tú allí es una de las más difíciles.

Me miraste con esos ojos color marrón ganas, pidiendo mil historias y locuras que contar. Quisiste entrar en mi mundo y te abrí la puerta y las ventanas.
- No hay nadie en casa, ¿quieres entrar?
Contestaste un sí innegable con ese gesto de niño bueno deseando crecer. Aprendiste el erotismo de una escalera infinita, y te enseñé a ver con los ojos cerrados.
- Apaga la luz. Que tus ojos sean tus manos, que tus manos sea tu lengua, que tu lengua sea mi placer... Mírame la boca. El cuello, el pecho y el ombligo. Y no pares, sé que estás deseando llegar...
Te hice parar cuando temblaste de ganas. Me aparté de ti, me levanté y esperé.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- Quieto. Quiero que ahora veas de verdad.
Abrí el armario, despacio, haciéndote sufrir. Coloqué siete velas en círculo, me metí dentro y me quedé mirándote. Intentaste levantarte y venir, pero no te dejé. Tú nunca has podido negarme nada. Ni podrás. Y entonces empecé a quitarme la poca ropa que me quedaba, a bailar para ti, a disfrutar. Sí, disfruté. Olvidé que me mirabas y por una vez en mucho tiempo fui yo misma, sin tapujos.
Libertad. Aquello fue libertad. Y tú, dispuesto a ser libre también, te pusiste detrás y bailaste conmigo, al ritmo del lento que sólo yo conocía. Me agarraste por la cintura y me dijiste el único "te quiero" que he sentido de verdad en mi vida. Me giraste, despacio, disfrutando mis escalofríos al rozarte, y cortocircuitaste mi cabeza con un beso.
Te empujé hasta la cama y te bañé en mi saliva. Sudé cada gemido hasta que te agoté la vida. Tu vida. Nuestra vida.
Me pediste el mundo, y te enseñé el mío.
¿Te quedas?




How's your life? It's been a while... God, it's good to see you smile!
If you don't know if you should stay, if you don't say what's on your mind; baby, just breathe... There's nowhere else tonight we should be.
We're gonna make a memory. You can sing the melody to me, and I can write a couple of lines...

Bon Jovi - Make a memory

miércoles, 7 de enero de 2009

Esperaré.

Esperaré a que mi cuerpo se sature, a que mi mente se llene de emociones sin depurar, a que mi alma se canse de estar insatisfecha y se apague una estrella en el cielo por mí.
Esperaré. Y, cuando no aguante más, desapareceré. Dejaré atrás familia, amigos y ¿novio? Cambiaré de trabajo, de ciudad, de estilo, de casa y de nombre. Mataré a gualizoe y nacerá un nuevo yo: la nueva Eva. Y serán opuestas.
La nueva Eva cambiará de aficiones y gustos, de inclinación sexual, de imagen, de identidad.
La nueva Eva nunca, nunca jamás reconocerá que tuvo un pasado. Nunca se atará a nada ni a nadie. No conocerá la estabilidad de una pareja formal, ni conocerá completamente una ciudad. Nunca estará en el mismo sitio el tiempo suficiente como para acostumbrarse a algo.
La nueva Eva será libre.
La nueva Eva morirá sin que nadie la llore. Morirá sola, igual que vivió.





Me enseñaste a volar y ahora me cortas las alas...
Y volver a ser yo misma..., que tú vuelvas a ser tú... Libre, libre como el aire...
Déjame vivir. Libre, pero a mi manera.

Déjame vivir

martes, 6 de enero de 2009

Los anillos de afrodita

El pavoroso silencio era mucho más amenazador que cualquier sonido.
(...)
Hacía tanto tiempo que había mantenido sus pasiones reprimidas que había olvidado lo que se sentía al perder el control sobre ellas.
(...)
El efecto que ella le provocaba podía igualarse al de las especias picantes. Lo irritaba y lo inflamaba. Y lo dejaba con el anhelo de probar nuevos sabores.
(...)
Sabía que la había tomado por sorpresa. Había llegado a ver la expresión de estupor reflejada en sus ojos antes de que su boca descendiera sobre la de ella. Sin embargo, correspondió a su beso.
En realidad, la magnitud de su respuesta lo maravilló.
(...)
Con un gemido, ahondó el beso.
(...)
Dejó que sis manos se deslizaran por debajo de la bata y bajaran hasta su cintura, y cada vez más abajo hasta que tocó la curva de su cadera con la punta de los dedos. Entre él y la calidez de su piel sólo se interponía la delgada tela de su camisón.
La apretó dulcemente, atrayéndola todavía más hacia la rigidez de su miembro enhiesto. Pudo sentir el estremecimiento que la recorrió muy en lo profundo de su propio cuerpo. (...) Pensó en el sofá. Estaba sólo a pocos pasos.

- Mi señor - jadeó Beatrice, apartando la boca. Lo miró con expresión divertida -. Me parece que ha abusado del coñac para calmar su dolor. Sin duda, por la mañana lamentará todo esto.
- Sin duda - coincidió él. Volvió a apretarla contra su erección -. ¿Y usted?
(...)
- No - respondió.




(Fragmentos de Los anillos de Afrodita, de Amanda Quick)

People

- Yo necesito a la gente, para recargar fuerzas. Es lo que me recarga las pilas todos los días. Tú... tú eres todo lo contrario.

- Pero yo también necesito a la gente.

- Sí, pero a ti eso te agota. Yo desconecto rodeado de gente. Tu desconexión es la soledad.




I feel like a wound, like I got a fuckin gun against my head!

domingo, 4 de enero de 2009

Preciosa.

- No me gusta hacerme fotos. Es ególatra.

- Yo me hago fotos. ¿Crees que soy ególatra?

- No. Tú eres preciosa.