miércoles, 22 de octubre de 2008

Marta+Inés

- ¿Qué te pasa?

- Nada...

- Mírame a los ojos.

- ¿Para qué? - le dice, mirándola. - ¿Para que intentes convencerme de que todo va bien? Sabes tan bien como yo que ya no queda nada aquí por lo que luchar.

- ¿No? ¿Y tus amigos? ¿Y tus padres? ¿Y tu familia? Te quieren, ¿sabes? Y están sufriendo por verte así.

- ¿Insinúas que yo no sufro? ¿Crees que no salgo de la cama porque no quiero? ¿Crees que por tener una vida fácil voy a ser más feliz? No es decisión mía que cada puto rayo de sol que me roza evapore una lágrima. Yo nunca había creído en depresiones, ni tristezas porque sí. Y ya me ves. Y si no me crees, vete y déjame tranquila. No voy a estar peor de lo que estoy. No te necesito. Ni a ti ni a ninguno de los que dices que sufren por mí. Que se olviden de mí, que sigan sus vidas como si no me hubieran conocido. No quiero que la gente esté a mi lado por pena. ¡La necesito a ella! Sus abrazos han sido los únicos que han llegado siempre a tiempo, los únicos que no me han faltado nunca, los únicos que se me han dado sin haberlos pedido. Y ahora ella ya no está. Ya no queda nada bueno aquí...

- Marta, por favor... No hables así...

- ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿No sabes qué más decirme? ¿Ya te has quedado sin argumentos? ¿Lo único que se te ocurre para intentar que salga de esta mierda es decir que la gente que se supone que me quiere sufre por mi culpa? Pues eso no ayuda, ¿sabes? Lárgate de aquí. Vete a comerle la oreja a alguien que todavía confíe en ti.

Inés la miró fijamente, con lágrimas furiosas resbalando por sus mejillas. Se levantó y salió de la habitación, dando un portazo, y dejando a Marta sola y ahogándose en su propia tristeza.

No hay comentarios: