domingo, 14 de diciembre de 2008

Por qué...

- ¿Por qué no te gusto?

- ¿Por qué te gusto yo a ti?

- Me gustas porque cada vez que te miro sólo quiero que el mundo se pare y sólo quedemos nosotros.
Pero empiezo a estar harta. No quiero tener que luchar por todo... ¿Por qué no puede venir a mí una vez? ¡Sólo una vez! Estoy harta de tener que ir yo buscando mi destino. Quiero que, por una vez en la vida, me encuentre él. Quiero poder dejarme llevar, quiero poder sentir que bailo al ritmo que gira el mundo, no quiero que gire porque yo lo empujo...

- ...

- Pero... ¡dime algo! No te quedes ahí quieta y callada, ¡como si no pasara nada! Sabes que odio el silencio...

- Sí, pero ¿por qué?

- Hay demasiado.

- Cada día me levanto, arrastro los pies hasta el espejo y odio a la persona que está al otro lado. Odio a la persona que no es capaz de quererte como mereces. Odio a la persona que tú quieres, por la que sueñas, por la que sufres; la odio porque no se merece lo que le das...

- Marta...

- ¿No decías que no te gustaba el silencio?







Pensaba que tan solo se podía echar de menos aquello que has tenido alguna vez... Yo nunca te he tenido y, sin embargo, vivo atada a la obsesión de perderte sin querer.
Vengo de un mundo de imposibles, y allí los sueños son posibles. Y yo he soñado alguna vez que tú y yo eramos felices y nada se podía interponer...
Y no paro de pensar qué haría si no estás... Pero esto es demasiado para mí, saber que no puedo hacerte feliz...
¿Qué voy a hacer si te he dado lo que soy? Pero para ti nada es suficiente...

No hay comentarios: