jueves, 23 de abril de 2009

Nat

(El timbre no para de sonar)
(Él abre la puerta, y ve a Nat con la cara convertida en una mueca extraña y dolorosa)
- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué tanta prisa? ¿Estás bien?
- TE QUIERO
- Y yo, Nat, pero ¿qué ha pasado? ¿Por qué estás así?
(Nat sonríe)
- Los tequiero me abrasan la garganta. Se me enredan en los pulmones y luchan por salir. Llega un momento en el que me cuesta horrores mantenerlos dentro. Siento haberte asustado.
(Y sonríe aún más, con esa cara de niña buena que a él le derretía el mal humor)
- ¿Seguro que no te pasa nada más? Por tu cara parecía que tu mundo se había derrumbado y te había pillado...
(Nat le tapa la boca besándole como si le fuera la vida en ello)
- ... debajo...
- Seguro. ¡Ahora estoy perfectamente!
(Y sonríe más si cabe, sonríe tanto que acaba riendo a carcajadas, en uno de esos ataques de risa tan absurdos que son incluso graciosos, e impiden que uno pueda dejar de reír... )
(Él acaba riendo también; hacía demasiado que no reía con tantas ganas)

Al final, él la abraza y le hace pasar mientras la besa, mientras le besa la frente, la boca, mejilla frente y cuello; y, con cada beso, un tequiero susurrado al oído.

4 comentarios:

Carlos dijo...

Qué bonito es el amor a ratos...

Daniela. dijo...

¡Uy pero qué bonito texto! Qué bonito es sentir esas ganas de decir te quiero y no callarselo...

Me ha sacado un sonrisa éste post, haciendome recordar bonitos ratos :) Un besito!

DaniB*

Anónimo dijo...

Coincido con Carlos

;)

Tom Hagen dijo...

se enredan en los pulmones y arrasan la garganta... real como la vida misma.